miércoles, 3 de febrero de 2016

Free the nipple.

En medio de todos los comentarios y posturas que ha dejado al descubierto el tema del supuesto acoso sexual del Defensor del Pueblo de Colombia contra su secretaria privada, pasó desapercibida la presentación del video de la campaña Free the nipple (liberen el pezón) que hizo el New York Times.
Este movimiento, iniciado por la activista y cineasta Lina Esco, busca eliminar la erotización del torso de la mujer. Su postura es que no debe sexualizarse el torso de la mujer así como no se sexualiza el del hombre, y por lo tanto la mujer puede estar en derecho de mostrar sus senos y sus pezones, así como el hombre muestra las suyos.
A mi personalmente me parece que la Esco y sus seguidoras están vanalizando una parte muy importante del cuerpo femenino y de su erotismo. Para empezar, biológicamente los senos son una zona erógena, altamente sensible y que juega un papel muy importante en la estimulación sexual de la mujer. Ahora, si la sociedad establece que es moral mantenerlos cubiertos, no es porque estimulen a la mujer, sino porque evidentemente estimulan visualmente al hombre. Es decir, el problema no es de la mujer si los lleva o no cubiertos, sino del hombre y lo que le sucede cuando los ve cubiertos o descubiertos.
Pero aquí creo que también hay una exageración. Exageración en quienes creen que los hombres son como animales que se exaltan ante cualquier estímulo visual. Y exageración de hombres que realmente se exaltan ante cualquier tipo de estímulo y actúan como animales. 
Este movimiento tomó fuerza cuando redes como Instagram censuraron y eliminaron las fotografías en donde se veían pezones femeninos. No importa si el resto del seno es visible, lo importante es que el pezón no lo sea. Y esto llevó a situaciones extremas como eliminar fotos de mujeres amamantando o fotos extraídas de documentales sobre grupos indígenas. 
La erotización del cuerpo femenino no corresponde, creo yo, al grado de desnudez, sino a la actitud de la fotografía. Las fotografías de Soho, por ejemplo, pueden presentar a la modelo con sus senos totalmente cubiertos y tener una alta carga erótica. Y algunas de la National Geographic pueden mostrar un cuerpo femenino desnudo y no tener ningún contenido erótico. Así que la protesta de Lina Esco y su grupo es cierta, siempre y cuando se entienda que el problema no es que el cuerpo femenino se vea desnudo, sino como lo muestran, como erotizan el mensaje. 
Esta discusión no sería importante de no ser por la forma en que los hombres hacemos uso de los mensajes que convierten al cuerpo femenino en objeto, haciendo de la industria del erotismo una de las más rentables de la era capitalista. Nuevamente, el problema no es de quien muestra sino de quien observa. 
Aquí es donde entra en juego la parte problemática. Aquí es donde los hombres abusadores salen con su discurso de que la mujer que muestra los incita a actuar de formas desagradables, groseras o inclusive delictivas. Una mujer no puede sonreír porque es muestra de coqueteo; no puede lucir un escote o una minifalda porque es una incitación. En estos argumentos trogloditas se esconden los abusadores y acosadores.
Pero volviendo al movimiento de Lina Esco, yo sigo prefiriendo las imágenes que no lo muestran todo sino que insinúan, proponen y dejan soñar. La desnudez hace parte del después, no del antes, y el antes es más estimulante y propositivo.
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Para quien se pregunte porque estas discusiones giran en torno a la mujer y no al hombre, creo que la respuesta es sencilla. Nada más prosaico que la desnudez masculina. Recuerden el caso del Defensor: Lo que sentenció el tema fue la fotografía del personaje con su pene al aire. No es obsceno; es vulgar, antiestético. 


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