En un muy interesante artículo, el doctor Carlos Francisco Fernández de El Tiempo presenta las alarmantes cifras que genera el consumo de agua embotellada. (Vea el artículo completo aquí: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/salud/produccion-de-agua-embotellada/16502951 ).
La cifra más importante es que estamos consumiendo 233.000 millones de litros al año, lo que genera 1,5 millones de toneladas de plástico anuales, a nivel mundial. Ante cifras tan exorbitantes, las personas solemos alejarnos y pensar que no somos parte del problema. Pero, haga un examen de conciencia y piense en cuantas botellas de agua consume al mes.
Una familia promedio que sale a caminar por el parque o a pasear por el centro comercial o almuerza en un restaurante puede consumir unas tres o cuatro botellas de agua en un fin de semana. Esto pueden ser 12 botellas al mes. Esto, al año, puede alcanzar un kilo en desechos plásticos. Si un millón de familias en Colombia tiene un hábito similar, podemos estar hablando de 1.000 toneladas de botellas plásticas al año.
Lamentablemente ese plástico poco se recicla y va directo a los vertederos en donde se demora más de 100 años es desaparecer. Lo único que estamos reciclando con cierta disciplina son las tapas que sirven para recolectar fondos para causas sociales. Mejor aporte sería donar el costo de una botella de agua directamente a la fundación.
El agua en botella es una industria que genera millones de dolares en ingresos a las grandes embotelladoras y es una moda reciente, asociada con las tendencias de vida sana. Pero, hasta no hace más de 10 o 15 años lo normal era tomar agua de la llave. En un restaurante uno se atrevía a pedir un vaso de agua, y el restaurante lo regalaba como cortesía. Un vaso de agua no se le niega a nadie.
Pero ahora el vaso de agua no está disponible. Usted recibirá una botella pulcramente servida, con un vaso lleno de hielo (que sí lo hacen con agua de la llave) y cuyo costo iguala o supera a una gaseosa. Pero, para colmo de males, la mayor parte del agua embotellada que se vende en Colombia y en la mayor parte del mundo, es agua procesada. Ya son pocas las embotelladoras de manantiales vírgenes (porque ya no quedan ni manantiales ni vírgenes), así que instalan plantas que toman el agua de los acueductos que nosotros rechazamos y la embotellan. Algunas plantas utilizan un sistema de filtrado para agregar algún valor, pero más allá de esto, el agua embotellada no es gran cosa. No es nada mejor que la que sacamos del grifo de nuestra cocina. Es decir, nos cobran por caminar a la tienda o al restaurante y tomar el agua que podíamos tomar en casa.
En ciudades donde el agua del acueducto es de dudosa calidad, el consumo de agua embotellada es más que justificado. Pero, en ciudades en donde el agua del acueducto es de buena calidad no vale la pena consumir agua embotellada.
¿Qué podemos hacer? Comprar un termo de acero inoxidable o de vidrio (que los hay de diseño moderno y elegante) y llevar de nuestra casa el agua cuando salimos a caminar, a hacer ejercicio o al parque. Debemos perder la vergüenza de llenar nuestros termos en los centros comerciales o los mismos restaurantes, y pensar que por cada llenada le estamos ahorrando una botella a los vertederos de basuras. Y esos 20 dólares mensuales que se ahorra en botellas de agua puede aportarlos a algún programa social en su país.
COROLARIO
El negocio del agua embotellada ha crecido a volúmenes insospechados. La tendencia a la dieta sana está haciendo que reemplacemos las bebidas gaseosas o azucaradas por agua embotellada. Las grandes empresas de bebidas tienen su línea de agua, que aporta grandes márgenes. Pronto, este preciado líquido comenzará a escasear. Hoy en día, por ejemplo ante el fenómeno del niño, ya tenemos periodos en donde toca comprar botellones de agua para consumo y carrotanques para llenar los tanques de los edificios y las casas. Estamos pagando por un bien vital para la supervivencia humana.
Hay recursos naturales que podemos obviar o reemplazar. El petroleo que tanta riqueza ha generado pronto será reemplazado por otras fuentes energéticas. Pero, cuando no haya agua, ¿qué podremos beber? Creo que absolutamente todas las bebidas tienen agua como uno de sus componentes; las plantas necesitan agua para desarrollarse; nuestra forma de vida gira en torno a este líquido desde que nació la civilización.
Dicen quienes promulgan las teorías conspirativas que las grandes multinacionales están comprando territorios que a futuro les permitirán controlar los recursos hídricos. (http://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/los-magnates-se-apoderan-del-agua-articulo-557165). Los futurólogos predicen que las naciones que se hicieron al control de la Antártida exportarán y venderán agua potable dentro de algunos años (recordemos que este continente tiene el 80% del agua potable del planeta y su control según el Tratado Antártico está en manos de 28 países firmantes).
¿Aquí también hipotecamos el futuro de nuestros hijos?
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