martes, 6 de octubre de 2015

Facebook o el muro de los lamentos.

Cada vez que entro a mi Facebook a revisar las noticias, me acuerdo del famosos Muro Occidental del antiguo Templo de Jerusalén, que en occidente conocemos como Muro de los Lamentos.
Es fácil encontrar todo tipo de publicaciones en donde algunas personas desnudan su vida y se quejan, lloran, rompen matrimonios, adoran a su pareja en público como no suelen hacerlo en privado, en fin, hacen del muro de Facebook el espacio de expresión de su vida espiritual.
Adicional a esto, Facebook se ha convertido en el espacio de activistas sociales sin precedentes: Defienden las mascotas, atacan al capitalismo salvaje, son feministas a ultranza. Pero conozco muchos casos donde la incoherencia es manifiesta, pues esas mismas personas no soportarían convivir con una mascota, son incapaces de ayudar a una persona necesitada o llegan a su casa a ponerse unas bermudas, recostarse en el sofá a ver televisión y esperar a que su esposa les sirva la comida, por supuesto caliente.
Recuerdo haber visto un video en YouTube sobre un experimento social en el cual se le pidió a varias personas que dijeran en vivo lo que habían escrito sobre otra persona en Facebook, con el esperado resultado de que fueron incapaces de mantener en persona sus palabras.
Facebook, así como otras redes sociales, se ha convertido en un vehículo para dejar salir a nuestro inconsciente gracias a lo impersonal de la comunicación. Cuando escribimos no solamente lo hacemos en solitario, sino que además nuestro interlocutor es un ente impersonal sin sentimientos, sin humanidad para ser herida o alimentada en su ego. Pero, aun así, escribimos esperando un "Me gusta" o un comentario aprobatorio que si alimente nuestro ego.
Se dice que las oraciones de los judíos en el muro de los lamentos están encaminadas a pedir por el regreso de la diáspora a la tierra prometida, la reconstrucción del templo y la llegada del mesías, además de otras variadas peticiones y alabanzas. Así, los gentiles tenemos ahora nuestro propio muro, en donde alabamos, atacamos, pedimos, ofrecemos, nos destacamos y todo sin el compromiso de tener que cumplir o esperar que se nos cumpla, porque nuestro interlocutor es tan inmaterial como cualquier otro espíritu mítico.
Lamentablemente manejamos Facebook como un papel en blanco, sin mayor responsabilidad. Si lo utilizáramos como un espejo, seríamos más responsables y lograríamos al menos escudriñarnos y conocernos un poco. 




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